¿Estamos esperando a que nos den permiso para levantarnos, hacernos oír y divulgar nuestro trabajo? ¿Estamos esperando a que alguien reconozca nuestro talento, nos seleccione y nos de una gran oportunidad para alcanzar el éxito que sin duda nos merecemos?

No esperemos más, porque  esa autoridad ya no existe. Y además, no la necesitamos…

 

     

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Cuando un gatito está en peligro, su madre lo rescata y lo pone en un lugar seguro agarrándolo suavemente por el cuello.

Un monito, sin embargo, no tiene otro remedio que aferrarse al lomo de su madre si quiere escapar.

Uno es rescatado, mientras el otro se rescata a sí mismo.

En japonés la palabra Takiri designa la voluntad de ser ayudado, recurriendo a una autoridad superior que te elija, te promocione y te apoye. Takiri se aplica en el caso del gatito indefenso. Por otro lado Jikiri es la autoselección, el arte autorizado por uno mismo. Jikiri hace referencia al monito, que se salva a sí mismo.

Nuestro instinto cultural es esperar a que nos elijan, buscar el permiso, la autoridad, y la seguridad que emanan de una figura de poder. Hace 50 años esa era, quizás, la única salida; ahora el escenario ha cambiado por completo. Quedarse sentado esperando a que alguien, editor, galerista, técnico de alguna institución, o crítico, nos de la autorización para crear lo que deseamos y hacer lo que queremos hacer, es la mejor manera de morir en el intento.

Cuanto antes te resistas a este impulso y te des cuenta de que eso no va a pasar nunca, antes podrás ponerte manos a la obra. El mito de Peggy Guggenheim bajando de los cielos para descubrirte, invitarte a su mansión, y encargarte un gran mural para su museo en Nueva York, es eso, un mito. En cuanto nos  demos cuenta de que hay proyectos que esperan ser creados, y nos demos cuenta de que disponemos de todas las herramientas necesarias y del permiso que necesitamos, abundarán las oportunidades de aportar algo.

La oportunidad no es que seleccionen nuestro proyecto para la última convocatoria, sino marcar el camino. Hacer lo que tenemos que hacer sin ponernos excusas.  Ser nosotros mismos, sea lo que sea eso, pero darnos la oportunidad de averiguarlo.

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Ahora vivimos en la era de la comunicación, en la era de internet y las redes sociales, y tenemos esta herramienta divina al alcance de nuestras manos. Ya no necesitamos a nadie que decida arbitrariamente que lo que escribimos es bueno y merece ser publicado, o que nuestro arte es aceptable para ser expuesto en un cubo blanco con luces led. Ahora contamos con las herramientas necesarias para lanzar nuestra obra al mundo y que llegue a miles de personas a la vez. Las viejas estructuras de los edificios oficiales están oxidadas, y han empezado a descascarillarse. No esperemos a que nadie nos elija, no esperemos a que nadie decida si tenemos o no el talento, o cuanto talento es necesario. Decidámoslo nosotros. Es un salto de fe que requiere un gran esfuerzo de valentía y coraje. Pero merece la pena.

 

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 Si asumimos nuestra responsabilidad y reconocemos nuestros méritos con entusiasmo, las puertas de la creatividad se abrirán. Si nos subimos al altavoz y nos hacemos oír, estaremos mucho más cerca de realizar el trabajo del que somos capaces. Y sobre todo, si nos comprometemos con algo en serio, nos enfrentamos a la lógica aplastante de nuestros miedos y excusas, sin dejarnos aplastar, y divulgamos nuestros resultados sin demasiadas expectativas, nos convertiremos en artistas dentro de nuestras posibilidades.

Necesitamos desvincularnos de la idea de que hay que lograr un resultado aceptable, o de que hay que logar cualquier resultado. Enfocarse en el resultado es la mejor manera de petrificarse cual estatua de sal. El arte exige un compromiso total con el proceso. El arte es el viaje, el proceso en el que te transformas en alguien mejor, que es capaz de concebir sueños más grandes. En este momento no son tan importantes las palabras con las que contamos nuestra historia, como la actitud y la emoción que transmitimos al contarla. Hagámoslo lo mejor que podamos, pero por dios, ¡hagámoslo!, y después no esperemos a que nadie nos de la autorización para compartirlo. Somos artistas por derecho propio. Si quieres ser o hacer algo, cualquier cosa, si tienes un sueño y deseas vivir en él, no esperes a que nadie te dé el pistoletazo de salida. Ahora es el momento. Elígete a ti mismo para vivir del arte, encuentra tu Jikiri, crea tu fe y construye tus sueños con tus propias manos.

 

Y tú,  ¿Te atreves a dar ese salto de fe y a construir tu sueño sin  necesitar que nadie te autorice?

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Mi sueño es que cada vez haya más artistas ,y que cada vez haya más artista que puedan vivir de su pasión.

 

 


FernandaRuano

Artista plástica y poeta. Licenciada en BBAA por la Universidad de Sevilla. Mi proceso creativo está ligado a mi proceso vital. Es la herramienta esencial a través de la cuál percibo el mundo y trato de comprenderlo. Busco crear imágenes que propicien un estado meditativo, en las que puedan emerger conexiones inconscientes capaces de generar una transformación interior, como en la magia o en la poesía. Me interesa el propio proceso creativo que conduce hacia lo desconocido, lo sorprendente o lo alucinado. El momento de transformación en el que las cosas comienzan a ser otras. Como poeta he publicado los libros Cuaderno de G (2007) y Hormigas en un alambre (2013).

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